martes, 18 de agosto de 2009

Acerca de la muerte de Lorca por presunto delito de espionaje


Carlos De Meer de Ribera



Antes Lorca era amigo de los Rosales, especialmente del hermano mayor conocido por Pepinique.

P. Rosales era amigo de José Antonio Primo de Rivera y también era jefe de falange en Granada.

P. Rosales, un día en Madrid, le dijo a José Antonio que le quería presentar a su amigo Federico García Lorca que era un gran poeta.

Efectivamente se hizo la presentación y a partir de ese día se inició una gran amistad entre José Antonio y Federico, hasta tal punto que cuando asesinaron a Matías Montero los pistoleros de la izquierda, Lorca se sintió muy impresionado y escribió un Romance en memoria del primer falangista muerto que dedicaba a José Antonio.

El 18 de julio de 1936, cuando se produce el alzamiento nacional contra la revolución desarrollada por el Frente Popular, ese día, P. Rosales se encontraba en Sevilla. Por tanto no pudo participar en los hechos que se produjeron en Granada que dieron el poder a un grupo de las llamadas derechas nacionales.

Federico García Lorca se sintió inseguro en la finca de sus padres y creyó sería mejor refugiarse en la casa de sus amigos los Rosales. Instalado en la casa de los Rosales desde el día 25 de julio, podía salir con toda tranquilidad a la calle, cosa que hacía normalmente.

Pero el día 15 de agosto, por radio Madrid, Rafael Alberti dijo: “Igual que los fascistas dicen que tienen una quinta columna en Madrid dispuesta a lanzarse a la calle, igualmente nosotros tenemos una quinta columna en zona facciosa que también nos ayudará… y para demostrarlo voy a leer una carta de mi amigo Federico García Lorca que me envía desde Granada”.

A continuación leyó una carta que atribuye a Lorca, con unos versos soeces groseros y blasfemos que evidentemente eran del propio Alberti, y que nunca jamás hubieran salido de la pluma de Lorca caracterizada por su finura, delicadeza y exquisitez.

Resultado:
Aquella carta falsa dada por radio Madrid, que se oía en toda España, equivalía a una denuncia de espionaje contra Lorca. Además, dada la envidia, muy conocida en el gremio poético, que sentía Alberti, poeta lírico, hacia Lorca, poeta dramático, parecía incluso que no se trataba de un simple descuido, parecía una delación.

Efectivamente, los sublevados de Granada que estaban en situación de cerco por las fuerzas del ejército rojo, al enterarse de la declaración de Alberti montan en cólera contra el desgraciado Lorca, que se paseaba por la ciudad sin ninguna vigilancia ni molestia residiendo en casa de los Rosales. Deciden detener a Lorca el día 16 de agosto y, como espía, lo ejecutan el 19.

Véase el libro “Así fue” de Vila San Juan.

Final:
Según Pérez de Ayala, amigos comunes de Lorca y Alberti reprocharon a este su intervención en radio Madrid atribuyendo a Lorca una carta comprometedora en la que le atribuía actividades de espionaje, lo que equivalía a condenarlo a muerte.

Alberti se defendió diciendo que él solo había pretendido evitar que los nacionales utilizaran a Lorca en su propaganda por radio por lo que decidió dejarlo comprometido con la causa del frente popular.

Por cierto:
El poema al primer falangista muerto ha sido hecho desaparecer y sería interesante que alguien lo recuperara.